martes, 22 de abril de 2014

Estudios recientes: Psilocibina y la red neuronal por defecto

Uno de los estudios más interesantes que se han hecho en los últimos tiempos acerca de las posibilidades terapéuticas de los enteógenos es el llevado a cabo bajo la colaboración de la Beckley Foundation y el Imperial College London, relativo a la observación del flujo sanguíneo y actividad neuronal en ciertas regiones del cerebro cuando éste se haya bajo los efectos de la psilocibina.

Los dos videos al final explican detalladamente el planteamiento de los estudios llevados a cabo y los resultados obtenidos.

A modo de introducción y resumen cabe decir lo siguiente:

Para entender lo que son las redes neuronales por defecto, también conocidas como DMN por sus siglas en inglés, hay que señalar un hecho que soprendió a los neurólogos desde el primer momento en que fue descubierto: que el consumo de energía del cerebro es prácticamente igual cuando éste se halla en reposo que cuando lo sometemos a actividad intensa. La variación de consumo entre un estado y otro es de apenas el 5%.

Esto llevó a muchos estudiosos a conjeturar que incluso cuando aparentemente, o al menos conscientemente, el cerebro no está llevando a cabo ninguna actividad, ha de haber actividades no conscientes que el cerebro constantemente desempeña, y que justifiquen el consumo ininterrumpido de energía.

A medida que las técnicas de monitorización cerebral se han desarrollado más, se ha podido observar que existen ciertas regiones del cerebro que actúan conjuntamente siguiendo lo que se podrían denominar patrones rígidos, y que precisamente se activan cuando dejamos de realizar cualquier otra actividad. Por ese motivo se les ha llamado redes neuronales por defecto, o en inglés default mode networks (DMN).

Las regiones cerebrales que forman la DMN son las señaladas en la siguiente imagen, tomada de este interesante artículo.


Vemos que las regiones cerebrales implicadas en la DMN son áreas encargadas de aspectos tales como la memoria, las emociones, la conciencia de uno mismo y las representaciones visuales.

Siendo que tales aspectos tienen una fortísima predominancia en las experiencias con substancias psicodélicas, era de esperar que bajo la influencia de la psilocibina la DMN mostrase un incremento de actividad.

Pero los resultados que los investigadores encontraron fueron exactamente opuestos. La interconectividad de las áreas que forman la DMN se debilita con dosis de psilocibina y de hecho hay una relación proporcional entre la intensidad de la experiencia psicodélica y el debilitamiento de la DMN.

Lo interesante desde un punto de vista terapéutico es que el funcionamiento anómalo de la DMN está relacionado con un amplio número de desórdenes mentales.

En el autismo y el alzheimer por ejemplo nos encontramos con una marcada falta de actividad de la DMN.

Por el contrario los enfermos de depresión sufren una sobreactividad en la DMN.

Otros aspectos más complejos acerca de la función de la DMN, las causas internas que llevan a anomalías en su funcionamiento, o las razones evolutivas y psicosociales que han llevado a su desarrollo, exceden la temática de este artículo, aunque son del mayor interés.

Por centranos en el objetivo de este artículo, lo que el estudio llevado a cabo permite conjeturar es el efecto beneficioso e inmediato que la terapia con psilocibina tendría con pacientes de depresión y trastorno bipolar.

Concretamente lo que se observa en los pacientes con depresión es una predominancia de la DMN sobre otras áreas del cerebro más orientadas hacia actividades exteriores, y  además una "petrificación" de los patrones de funcionamiento observados en la DMN. Tales observaciones proporcionan una explicación fisiológica razonable de los síntomas conductuales observados frecuentemente en los pacientes de depresión.

A la vista de los inesperados resultados obtenidos por el grupo de investigación del Imperial College se abre la posibilidad de obtener terapias contra la depresión basadas en el efecto relajante que la psilocibina tiene sobre la DMN, y que podrían llevar a una "curación consciente" de dicha dolencia, que supere la pobreza de los remedios actuales.

Esta propiedad también explica los resultados que la terapia con psicodélicos, en ese caso con LSD, tuvo en pacientes aquejados de adicciones (especialmente alcoholismo), en los primeros tiempos de las investigaciones con dicha substancia, en los años 50 y 60 del siglo XX, antes de su ilegalización.

La capacidad de estas substancias para "defragmentar" los patrones de conducta cuando éstos han alcanzado un excesivo nivel de petrificación y obsesividad, es hoy por hoy la mayor esperanza de curación masiva para todos los millones de personas aquejadas de depresión, adicciones y trastornos antisociales de la personalidad.

A continuación Amanda Fielding hace una breve presentación del estudio llevado a cabo:




En el siguiente vídeo Robin Carhart-Harris, director del estudio, hace una exposición detallada:










Para una mejor explicación acerca de la DMN puede consultarse este artículo. 

domingo, 20 de abril de 2014

Presentación

Este blog surge con la intención de difundir en español todas las investigaciones e información disponibles acerca de los estudios psicológicos, psiquiátricos y neuronales relativos a los efectos de las llamadas drogas psicodélicas en el cerebro humano. Entre estas substancias se encuentran la psilocibina presente en los "hongos mágicos" psilocibe cubensis, la DMT (dimetiltriptamina), principio activo de la ayahuasca, el LSD y la mescalina, aunque la lista es más larga.
La mayoría de estas substancias son consideradas drogas duras por la mayoría de las legislaciones. Su comercialización está prohibida, están apartadas de la investigación científica, salvo contadas excepciones, y en el mejor de los casos su posesión y uso permanece en el limbo legal.
Inicio este blog desde la convicción de que tal situación es una tragedia social de la máxima gravedad.
El potencial científico y curativo de estas substancias ha sido siempre patente para todas las culturas que a lo largo de la historia las han conocido, así como para los individuos occidentales que desde su descubrimiento general para el mundo moderno, a partir de mediados del pasado siglo, se han acercado a ellas libres de prejuicios.
Los motivos por los cuales precisamente nuestra cultura ha decidido apartar estas substancias no sólo de la investigación y de la medicina sino incluso de la legalidad, no se pueden tratar en una breve entrada de presentación como ésta, aunque sin duda formarán parte del debate más adelante.
Pero estamos viviendo la era en que esta concepción cambiará, o al menos estamos iniciando dicha era.
La BRAIN iniciative anunciada por Barack Obama en abril de 2013 como megaproyecto de investigación cerebral, con un presupuesto de 3000 millones de dólares para 10 años es un síntoma de que nuestra sociedad empieza a tomarse con toda la seriedad que merece la cuestión de desentrañar de una vez los misterios que aún conserva en su mayor parte el funcionamiento del cerebro.
Y tarde o temprano las personas involucradas en esa tarea se darán cuenta, quieran o no, de que el conocimiento profundo del cerebro va indisolublemente asociado al conocimiento de los efectos que sobre el mismo provocan las llamadas drogas psicodélicas.
Cualquier intento de llegar a un conocimiento del cerebro que pretenda dejar de lado el estudio de los efectos sobre el mismo de la psilocibina o el LSD, chocará de manera irremediable contra el muro de la dura realidad. Será un conocimiento lastrado por prejuicios, incompleto, como el que tantas veces a lo largo de las siglos ha empantanado a otras disciplinas científicas cuando los investigadores no han querido o no han sabido enfrentarse a clichés sociales basados en concepciones acientíficas de la realidad.
El peso de esas concepciones nunca ha sido pequeño. Desde los pioneros del estudio de la anatomía humana que tenían que esconderse para hacer sus disecciones de cadáveres para evitar la condena por parte de las autoridades religiosas, hasta Galileo obligado a retractarse de sus descubrimientos, la lista de prejuicios que han tenido que superarse es larga.
En la misma situación se han encontrado las ciencias de la psiquiatría y de la psicología durante las últimas décadas a causa del casi completo abandono del que han sido objeto las substancias psicodélicas.
Pero el siglo XXI estará definido para dichas ciencias como el del (re)descubrimiento de los psicodélicos. Más allá del capricho personal de uno o varios individuos que quieran legalizar ciertas substancias, estamos asistiendo a la extensión a niveles epidémicos de enfermedades mentales que históricamente han tenido una relevancia casi nula, tales como las diferentes formas de depresión, el mal de Alzheimer, los trastornos post-traumáticos, las adicciones y compulsiones, y las formas variadas de psicopatías. La incidencia masiva de estas enfermedades, con el coste personal, familiar y económico que conlleva en nuestra sociedad es de hecho lo que ha llevado a la puesta en marcha de la BRAIN iniciative. Y la obligación imperiosa de encontrar remedios para estas enfermedades es la que hará que caigan los prejuicios acerca del estudio y uso de substancias psicodélicas.
Para adelantar la tarea de acabar con la ilegalidad y ostracismo de estas substancias, barrer el desconocimiento y prejuicios con los cuales son consideradas, y hacer ver de la manera más amplia y clara posible la necesidad de cambiar la percepción general que nuestra sociedad se ha formado acerca de ellas, inicio este blog.